jueves, 25 de abril de 2013

Croquis de un ocaso

Pedaleo mares de asfalto. Respiro la combustión luciferina que emana la ciudad. Febo chorrea lava candente desde el horizonte mientras una luz roja detiene mi paso. Giro mi cabeza contracturada y veo: un poste azul numerado, 3 caras largas, 4 sordas, 2 tristes y a unos metros 3 botellas retrasando la llegada a casa hablando de alguien que parece gambetear la gloria abrazado a una red. El asfalto se termina, adoquines llenos de ira sacuden la montura de mi caballo de hierro con pesuñas redondeadas. Cerca mio pasan un par de esclavos mecánicos que llevan a sus amos y absorben el impacto por ellos y los desplazan cual alfombra voladora. Febo se fue a iluminar otras escenas y la oscuridad vino a sentarse en su trono lista para ejercer su monarquía por las próximas horas. Los adoquines cedieron en su lucha, un portal que rechina quejidos de inflacion x humedad marcan la llegada, pasillo oscuro, montañas de marmol, caballo a cuestas, otro portal de madera pero malcriada, cobijada de la intemperie por ladrillos. 2 platos sucios una cama desecha y un descanso profundo que apresuro cual viajero que pierde un avión, con ganas de volar lejos de esta puesta, aunque sea por unas horas.

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